Qué méritos los míos para estar hoy aquí anunciando la bajada de nuestra señora?", se preguntó ayer la directora del Instituto de la Mujer de Extremadura, María José Ordóñez, ante el público presente en un Gran Teatro al completo. Y ella respondió: "pues los mismos que los vuestros, y los de otros muchos que nos acompañan desde sus corazones: cacereña, de sentimiento y devota".
De esta forma, el tradicional pregón que anuncia la visita de Nuestra Señora de la Montaña a la ciudad de Cáceres, y que tendrá lugar el próximo miércoles 24 de abril, marcaba el inicio de esta señalada festividad.
En su intervención, mezcla de historia, anécdotas, vivencias y tradición, Ordóñez no pudo omitir una mención a su familia y sus tres hijos, a los que definió como "herederos de este popurrí de costumbres y sentimientos".
Tampoco se olvidó de los recuerdos de su infancia y adolescencia, tan vinculados a la patrona. "En los dibujos trazados en el mapa íntimo de mis emociones, me veo de niña con mi madre y con mis hermanos yendo año tras año a la Plaza Mayor a recibir y a despedir a la Virgen. A dejarnos seducir por el hechizo del colorido, de la música, de las flores, de la inmensa devoción a la patrona", resumió la cacereña.
LA MUJER Como no podía ser de otra manera, Ordóñez habló de la mujer, del papel que durante años ha tenido en la Cofradía. Por ello, se trasladó hasta el año 2009, cuando se reformaron los estatus para permitir a las mujeres ser hermanas de carga y la pregonera consideró que "hora era de ello".
Por otra parte, el pregón resaltó la figura de la patrona vinculada a la ciudad. "La patrona cacereña nos acompaña en nuestras vicisitudes, resolviendo nuestras dudas y menguando nuestros dolores", afirmó. Y es que, "en Cáceres no se va a visitar a la Virgen, ni se va a rezar, nuestra expresión de toda la vida es: vamos a ver a la Virgen".
Así, la Virgen de la Montaña ejercerá durante once días "como la alcaldesa de la ciudad y poseedora de una vara de mando que no va a usar", porque "la cede a cada cacereño para que le pidamos que nos mande bienestar, felicidad o consuelo".
En el tramo final de su discurso, Ordóñez se refirió a los momentos actuales marcados por la crisis. "En esta sociedad convulsa de hoy, cuando mucho que parecía intocable se desmorona y pensamos que todos se ha perdido, siempre nos queda una última esperanza que eres tú, Virgen de la Montaña".
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