El Nuncio de Su Santidad el Papa, Monseñor Renzo Fratini, junto a miles de devotos, recibe en Concejo a la patrona. "Es impresionante, esto en Italia no se ve", asegura con sonrisa y visible emoción el embajador de la Santa Sede.
La Virgen, en procesión, minutos después de abandonar su santuario ayer tarde. Foto: FRANCIS VILLEGAS
El Nuncio de Su Santidad, Monseñor Renzo Fratini, junto a la alcaldesa, la vicepresidenta, el obispo y el presidente de la diputación. Foto: FRANCIS VILLEGAS
Renzo Fratini, Nuncio de Su Santidad el Papa en España, se metió ayer a los cacereños en el bolsillo. De trato amable, siempre sonriente y muy cercano, aseguró a su llegada a Fuente Concejo: "Es impresionante, esto en Italia no se ve". Con mitra, báculo y capa pluvial, monseñor fue el invitado de honor de la procesión de bajada de la Virgen de la Montaña, patrona de Cáceres.
"Es la primera vez que vengo a la ciudad. Aquí la gente está unida", dijo el embajador de la Santa Sede, que prefirió dejar pasar de largo la polémica sobre la inclusión de Guadalupe en la diócesis extremeña: "Es bastante complicado, no es tan importante, lo importante es la fe", aseguró Fratini, que vivió de forma intensa la procesión de bajada, una tradición que se remonta al 3 de mayo de 1641, cuando la talla procesionó por vez primera desde su santuario hasta la capital tras las peticiones del vecindario en un año de grandes sequías.
La presencia de Fratini en Concejo fue una parte más de una procesión que comenzó a las seis de la tarde con la salida del santuario de la patrona, que lució con la belleza de siempre. Los hermanos del turno número 2 se ocuparon de sacar del templo los 380 kilos de peso de las andas de plata, de unas dimensiones de 2x2, sobre las que desfilaba la talla, una imagen de estilo sevillano realizada en madera de nogal por artista desconocido entre los años 1620 y 1626.
Una intensa jornada de trabajo ayer la de los cofrades y de la junta de gobierno de la Real Cofradía que preside desde 2008 el mayordomo Joaquín Manuel Floriano. Todos ellos comieron en el restaurante del santuario los huevos fritos con patatas y chorizo que marcan la tradición, y en torno a las cinco de la tarde, el hermano mayor, Antonio Fernández Borrella, organizó los turnos de carga con el reparto de planillos.
Lo hizo junto al templete donde, como es habitual, quedaron dispuestos los 4 turnos de 30 hermanos que conforman los 120 que cargan a la Virgen (todos menores de 65 años) y cada uno de ellos con sus respectivos jefes de turno. En la cofradía existen cuatro escalafones (aspirante, suplente, activo y veterano); este año había 80 hermanos aspirantes, 17 de ellos eran mujeres (para ser hermano de carga debes tener 18 años y tres de antigüedad). Los aspirantes cargan siempre que hay sitio, es decir, en función de la falta de asistencia de los hermanos titulares de carga que se ausenten.
Tras la organización de turnos se entregaron las medallas a tres hermanos veteranos (mayores de 65) e igualmente se otorgaron las medallas a los hermanos que pasaron de suplentes a activos y que adquirieron la condición de hermanos de carga titulares (este año fueron cinco, aunque se dieron dos medallas más a otros dos hermanos que no habían podido recogerlas en su día).
Luego, en presencia del capellán de la cofradía, Florentino Muñoz, se rezó la Salve y los devotos cacereños que a esa hora ya abarrotaban el templo lanzaron alabanzas a la Virgen mientras la procesión de bajada iniciaba su camino encabezada por el estandarte de la cofradía, de raso, con un medallón de plata en el centro que reproduce en oro la imagen de la Virgen. Le seguía el estandarte que los cacereños regalaron a la patrona en 2006 con motivo del centenario de la declaración del patronazgo canónico de la Virgen sobre la ciudad. Obra de María Jesús Trejo, es blanco, ribeteado en bordados de oro, con una imagen de la talla en el centro sobre la que se lee su título de Madre de la Divina Gracia.
BELLEZA La Virgen lucía espléndida gracias a las siempre primorosas manos de su camarera, Pilar Murillo, que como mandan los cánones la vistió con el manto que la ciudad regaló a la patrona al conmemorarse las bodas de plata de su coronación en 1949, una prenda magnífica de estilo renacimiento, hecha con tisú de plata fina, en oro fino de alto relieve.
Sobre su sien, la corona de diario, puesto que la de las Campanitas suele desecharse al no ir sujeta a los hombros de la imagen y el balanceo podría provocar la caída de la joya. La de diario, en cambio, sí se sujeta sin dificultad. Es una corona llena de majestuosidad, circular de plata dorada, elaborada con las joyas que sobraron de la comunmente denominada 'Corona buena', fabricada en 1924 por el prestigioso joyero madrileño Félix Granda.
El segundo turno llevó a la patrona hasta la Trocha. A partir de ahí los demás turnos la cargaron sucesivamente hasta llegar a las Tres Cruces, donde fue ya el pueblo, sobre todo mujeres, quienes portaron la talla. En el Amparo, la cofradía titular de esa ermita, presidida por Juan Andrés Dorado Pavón, promovió de nuevo un homenaje, que este año se encargó a la Cofradía Universitaria de Jesús Condenado (su mayordomo es Jesús Sellers), que le entregó un ramo de flores.
En la procesión, los hermanos detuvieron la talla mirando al hospital para pedir por los enfermos. Metros más abajo, en Fuente Concejo esperaban alrededor de 4.000 cacereños, según la policía local. Ya en Concejo, la Virgen fue aclamada mientras la alcaldesa, Elena Nevado, (con su habitual mantilla blanca y chaqueta y vestido rosa palo) le hacía entrega del bastón de mando de la ciudad a la Virgen, que durante el novenario adquiere la condición de alcaldesa honoraria.
A la procesión acudieron la vicepresidenta de la Junta, Cristina Teniente, el consejero de Fomento, Víctor del Moral, el presidente de la Asamblea, Fernando Manzano, y el de la diputación, Laureano León, entre otras autoridades civiles. También el obispo (con traje coral morado y birrete), miembros del cabildo, mandos militares, además de mujeres con mantillas y trajes regionales.
La patrona enfiló hacia Caleros, hermana de honor de la cofradía, donde se vivió uno de los momentos más emocionantes de la procesión. En la calle, engalanada por sus vecinos, los hermanos bailaron a la Virgen al ritmo del Redoble y la talla lucía impresionante sobre unas andas decoradas con esmero por la camarera de ornato Pilar Campos y el resto de colaboradoras (Carmina González Carrasco, Loli Turégano, Patri Domínguez, María Antonia Muriel, María Victoria Galapero, Pepi Barroso, Cristina, María Jesús, Marisa Domínguez, Lucía Durán, Angelita, Celi y Martina Garrosa que está de viaje en Perú pero que desde la distancia permaneció en el recuerdo junto a sus compañeras). Las camareras se encargaron de la colocación de las flores. En las seis ánforas de plata de las andas llevaba claveles y lilios blancos adquiridos en la floristería Bouquet.
Más de 60 niños acompañaban a la Virgen, que igual que el resto de hermanos vestían con túnica azul cielo, capelina, guantes y cinturón blancos, y zapato negro. También desfilaron los niños guiadores de El Redoble, la banda municipal y de la diputación y la réplica del pendón de San Jorge. Siguió la Virgen hasta la ermita del Vaquero, donde el coro Alborada del padre Gianni le cantó Virgen Morenita. En Santiago la cofradía del Nazareno le rindió homenaje, la tuna le cantó en las Cuatro Esquinas. Y a partir de ahí enfiló hacia la plaza Mayor, donde hasta el ayuntamiento la portaron los miembros de la corporación. Con los sones del Himno de España la Virgen entró en Santa María. El novenario ya ha comenzado.
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