Imbatible al Real Madrid, al Barça y al Atlético. Imbatible también a la lluvia que finalmente no hizo su aparición con la fuerza que se esperaba. La cofradía solo se vio obligada a colocar a la talla el nuevo iglú confeccionado para la ocasión a su llegada a Fuente Concejo, pero en la calle Caleros lo pudo retirar, aunque en la plaza Mayor la imagen se cubrió de nuevo hasta su entrada en Santa María.
Decenas de cacereños (se notó la ausencia de la cantaora Felisa Rodríguez que no pudo asistir por encontrarse indispuesta) volvieron a demostrar ayer su infinita devoción hacia la Virgen de la Montaña y en masa acudieron a recibirla en Fuente Concejo. Fue una procesión de bajada que estuvo plagada de homenajes porque la Real Cofradía introduce cada año novedades que hacen de este desfile uno de los de mayor calado en la ciudad. Probablemente el más sentido y merecido fue el realizado a la Asociación de Lucha Contra el Cáncer. La Virgen lució para ello flores rosas en su honor y la presidenta de este colectivo, Carmen Romero, compartió presidencia en la procesión con el mayordomo de la Montaña, Joaquín Manuel Floriano Gómez. Además, la fachada del ayuntamiento se iluminó en azul de modo extraordinario en honor a la marca de color de la cofradía.
Cáceres vivió una jornada inolvidable aún a la espera de que la Junta tenga a bien otorgar el título de Fiesta de Interés Turístico Regional a la procesión de bajada, una costumbre que se repite desde el 3 de mayo de 1641, fecha en la que la talla bajó por primera vez desde su santuario ante las peticiones del vecindario en un año de grandes sequías.
Ayer volvió a hacerlo, en presencia de numerosas autoridades encabezadas por el presidente del gobierno extremeño, Guillermo Fernández Vara, de quien lo antecedió en el cargo, José Antonio Monago, y de la delegada del Gobierno en Extremadura, Cristina Herrera. Una procesión magnífica para honrar a la Virgen de la Montaña, a la que los cacereños rinden culto desde el siglo XVI.
Desde primeras horas de la tarde, los vecinos se congregaron en el santuario, elefantiásico edificio del siglo XVIII, amparado por Santa Ana y el Cristo de la Salud de Juan Salvador Carmona, y cobijados por la inmensidad de su retablo churrigueresco del presbiterio, obra barroca de Manuel de Lara y Churriguera. El objetivo, solo uno: honrar a esta talla de estilo sevillano realizada en madera de nogal policromada por artista desconocido entre los años 1620 y 1626.
La procesión tiene tras de sí un gran trabajo de organización, de modo que bien merecido se tenían los cofrades y miembros de la junta de gobierno de la Real Cofradía su comida en el restaurante del santuario: los huevos fritos con patatas y chorizo que marcan la tradición. Poco después, en torno a las cinco de la tarde, el hermano mayor, Antonio Fernández Borrella, organizó los turnos de carga con el reparto de planillos. Lo hizo junto al templete, donde como es habitual quedaron dispuestos los cuatro turnos de 30 hermanos que conforman los 120 que cargan a la Virgen (todos menores de 65 años) y cada uno con sus jefes de paso. Tras la eliminación el año pasado del turno de los suplentes, en la cofradía existen ya tres escalafones (aspirante, activo y veterano). Este año había 80 hermanos aspirantes, de ellos 6 pasaron a ser hermanos titulares.
TURNOS Los aspirantes cargan siempre que hay sitio, es decir, en función de la falta de asistencia de los hermanos titulares de carga que se ausenten, aunque lo cierto es que son muchos los titulares que ceden minutos a los aspirantes para que puedan cumplir el anhelado sueño de portar las andas de la Virgen. Tras la organización de turnos se entregaron las medallas a esos seis hermanos por parte del mayordomo o en su defecto de los padrinos elegidos por los hermanos. Posteriormente se rezó la Salve.
La procesión de bajada inició su camino en torno a las cinco de la tarde. La imagen salió a hombros del turno primero bajo los sones del Himno de España y sobre sus andas de plata adquiridas en los años 60 en un taller sevillano de 120 kilos de peso. La camarera, Pilar Murillo, la vistió primorosa con el manto que le regaló la ciudad para las bodas de plata de la coronación canónica en 1949, una prenda magnífica de estilo renacimiento, hecha de tisú de plata fina con oro fino de alto relieve.
Encabezaba el cortejo, a modo de cruz de guía, el estandarte que los cacereños regalaron a su patrona en 2006 con motivo del centenario de la declaración del patronazgo canónico de la Virgen sobre la ciudad. Obra de María Jesús Trejo, es blanco, ribeteado en bordados de oro, con una imagen de la talla en el centro sobre la que se lee su título de Madre de la Divina Gracia.
Justo al lado de la imagen de la patrona, el estandarte de la cofradía, conocido como primigenio, de raso, con un medallón de plata en el centro que reproduce en oro la imagen de la Virgen. La imagen lucía espléndida. Sobre su sien, la corona de diario, llena de majestuosidad, circular de plata dorada, elaborada con las joyas que sobraron de la comunmente denominada 'Corona buena', fabricada en 1924 por el prestigioso joyero madrileño Félix Granda, de cruces de rubíes, oro, brillantes, zafiros y esmeraldas, cuajada de diamantes por la que se pagaron 150.000 pesetas.
Esa corona fue fruto de las donaciones de miles de devotos anónimos con motivo de la coronación canónica de la patrona, privilegio concedido por su antigüedad, milagros y devoción popular. La joya original la portará durante todo el Novenario.
El primer turno llevó a la patrona hasta aproximadamente La Trocha. A partir de ahí, los demás turnos (2, 3, y 4) la cargaron sucesivamente hasta llegar a Las Tres Cruces, donde ya es el pueblo, sobre todo las mujeres, quienes portaron la talla. En el Amparo, la cofradía titular de esa ermita, presidida por Agustín Margallo, promovió de nuevo un homenaje: un breve pregón y una ofrenda floral en la persona de Fidel Valle Rico, árbitro de fútbol, padre de árbitro, barbero, cacereño de pro.
Los hermanos detuvieron luego la talla mirando al hospital para pedir por los enfermos y a Concejo llegaron en torno a las 19.30, momento en que el pueblo adoró en masa a la Virgen, mientras la alcaldesa Elena Nevado, que de nuevo lució mantilla en tonos crudos y traje de dos piezas, entregó el bastón de mando a la patrona que desde ayer y durante el Novenario ostenta el título de alcaldesa honoraria de la ciudad. Este año, el bastón lo colocó en las andas Antonio Bazo Machacón, que además se estrenó como subjefe del turno 2, conocido como el de la calderilla o de los bajitos.
A la procesión acudieron los representantes de la Unión de Cofradías Penitenciales y de las de Gloria, los miembros de la Cofradía de la Soledad de Badajoz y de las Reales Asociaciones de Caballeros y Damas de Guadalupe y de las hermandades de la Victoria de Trujillo, San Jorge de Cáceres y de la de Argeme de Coria. Tras la banda municipal y de la diputación, la réplica del pendón de San Jorge, símbolo de la reconquista de Cáceres por las tropas de Alfonso IX de León.
A continuación, le seguían los miembros de la corporación municipal y más de 60 niños, algunos de ellos con chubasquero, acompañan a la Virgen, que igual que el resto de los hermanos vistieron con túnica azul cielo, capelina, guantes y cinturón blancos, y zapato negro. Desfilaron los niños guiadores de El Redoble, los miembros del cabildo, mandos militares, el Cuerpo Nacional de Policía y de policía local, mujeres con mantilla y trajes regionales, y el obispo, Francisco Cerro, con traje coral morado y solideo violeta.
CALEROS La patrona enfiló ya hacia Caleros, hermana de honor de la cofradía, donde se vivió uno de los momentos más emocionantes de la procesión. A su entrada en la calle, decorada con arcos de flores y palmeras, los hermanos bailaron a la Virgen al ritmo del Redoble. La talla lucía impresionante sobre unas andas decoradas por la camarera de ornato Pilar Campos y el resto de sus colaboradoras, que repartieron con esmero claveles, rosas y gladiolos en las seis ánforas de plata de las andas.
Siguió la Virgen hasta la ermita del Vaquero, donde el coro Alborada del padre Gianni le cantó Virgen Morenita. En Santiago recibió la patrona el homenaje de los Scouts Sant Yago y de las cofradías del Nazareno y de la Sagrada Cena. El grupo Sabor Mangurrino le dedicó sus plegarias y en las Cuatro Esquinas la tuna le hizo un sentido homenaje al cumplirse los 25 años que llevan los tunos cantándole a la Virgen. Acudieron las tunas de Magisterio, Derecho, Politécnica, Veterinaria y la Cuarentuna.
De ahí llegó la Virgen a la plaza Mayor, donde como es tradición la cargó a hombros la corporación municipal. Además, coincidiendo con el 30 aniversario de la fundación de la Banda de Cornetas y Tambores del Humilladero, esta cofradía le dedicó tres marchas. Tras las palabras del obispo y la alcaldesa, la patrona enfiló hacia Santa María. El Novenario ya ha comenzado y este año tendrá como predicador al padre Antonio Sanfélix Forner, que ayer también participó en la procesión.
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