6 may 2013

La ciudad despide a la patrona con aplausos, vítores y flores

Los cacereños despidieron ayer a su patrona, que a las nueve de la mañana inició su regreso al Santuario después de haber permanecido once noches en la Concatedral de Santa María. Una de las instantáneas de la jornada, marcada por el buen tiempo, la regalaron las monjas del convento de clausura de Santa Clara, que confeccionan muchas de las túnicas blancas y azules que lucen los hermanos de la cofradía de la Virgen de la Montaña.

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Las clarisas no se pierden ninguna procesión de subida de la talla. Pero, hasta ahora, siempre seguían el desfile tras la celosías de las ventanas del convento. Ayer, sin embargo, sorprendieron a los asistentes al abrir la puerta de cochera situada en la calle Fuente Nueva y cantar sin barreras físicas y a pie de calle a la imagen. Por primera vez. «Ha sido muy bonito», admitía horas después tras el torno del convento una de las 14 religiosas que habitan en Santa Clara.

Aunque sí fue la más novedosa, no fue la única fotografía que regaló el regreso de la patrona. Hubo más, cargadas de historias vinculadas a la tradición y devoción por la talla.
Como la lluvia de pétalos que cada año regala la familia Rosado a la Virgen de la Montaña. Residen en el número ocho Fuente Nueva, la calle que une Pizarro con el Puente de San Francisco. Desde hace años esta familia engalana sus balcones con colchas y mantones y arroja flores al paso de la Virgen. «La tradición la empezamos mi marido y yo. Después, mi hijo se quedó con la casa y la continúa», explica Casilda Alcántara. «Yo sigo viniendo para ayudarles todos los años. Tiramos muchísimas flores y muchísimos pétalos de rosas y le decimos muchos vivas», añade. De los mantones que cuelgan de los balcones de esta casa hay uno que esconde una bonita historia familiar. Tiene más de cien años. «Se lo regaló mi suegro a mi suegra cuando eran novios. Y mi suegra me lo regaló a mí. Imagino que se quedará en esta casa cuando yo ve vaya», relata Casilda. «Vivimos este día con muchísima ilusión», concluye.

En su descenso hacia Fuente Concejo, la Virgen de la Montaña realiza diferentes paradas. Una de las obligadas se produce al llegar al Puente de San Francisco, donde la cantante Felisa Rodríguez la espera vestida de refajo para dedicarle una canción compuesta por ella. «Estoy un poquito nerviosa porque el público me impone muchísimo respeto. Pero hago esto porque tengo muchas cosas que agradecer a la Virgen», detalla momentos antes de la llegada de la patrona a este punto. Una vez realizada la actuación, Felisa despidió a la Virgen entre vítores: «¡Viva la Virgen de la Montaña!, ¡Viva la patrona de Cáceres!, ¡Viva la madre de Dios!, ¡Viva la cacereña bonita!», gritó entre aplausos.

Las hermanas Cortijo han heredado una tradición familiar. Viven en el número 20 de la calle Miralrío y, desde que eran pequeñas, han visto cómo sus abuelos y sus padres soltaban palomas a la Virgen. Ellas mantienen este ritual. Para ello, instalan un altar a las puertas de su casa, donde la imagen se para durante un instante. «Las palomas nos las regalan», señala Guadalupe, que antes de montar el altar se pasa por Santa María para ver la salida de la Virgen de la Concatedral.

Desde la Concatedral, el desfile continúo hacia la Plaza Mayor, donde los hermanos de carga giraron la imagen hacia el Ayuntamiento en señal de despedida hacia la ciudad. Después, siguió por Pintores, San Juan, Plaza del Doctor Durán, Sergio Sánchez y Pizarro, donde vive Fermina Corbacho. «Todos los años decoro mis balcones para despedir a la patrona», ilustra esta vecina del número 15.

Desde Pizarro, la imagen continuó por Fuente Nueva y Miralrío. Muy cerca de las once y media de la mañana la talla llegó a Fuente Concejo, el lugar donde se produce la despedida oficial a la patrona. Una año más, Rafael Valiente tomó el bastón de mando que la alcaldesa de Cáceres, Elena Nevado, cedió el pasado día 24 de abril a la Virgen durante la procesión de bajada y se lo devolvió a la regidora. Nevado obsequió a la Virgen, además, con un ramo de rosas.

Tras escuchar la Salve y a ritmo del Redoble, la imagen inició su ascenso hacia el Santuario por San Marquino, con un ritmo mucho más rápido y ágil que hasta el momento. En Fuente Concejo la procesión se acaba y se convierte en romería. Comienza entonces una subida libre de protocolos, donde los hermanos de la cofradía suelen ser agasajados con productos de la tierra durante el recorrido final.

«Me da mucha pena cuando se va. El novenario se me hace muy corto», señala Josefa Marginet, que acudió a despedir a la Virgen a Fuente Concejo.

Declaración
Una vez finalizado el novenario y con la Virgen de la Montaña en el Santuario, la cofradía volverá a retomar una proyecto iniciado hace un año: conseguir que tanto la bajada de la Virgen de la Montaña como la estancia de la patrona en la ciudad obtengan la declaración de fiesta de interés turístico regional por parte de la Junta de Extremadura.

La alcaldesa se refirió ayer a este asunto, tras ser preguntada por los medios de comunicación. «A mí me encantaría. Nosotros vamos a apoyar esa declaración. Cuando a través de un expediente se dice que no, lo que hay detrás es un desconocimiento absoluto de lo que aquí se vive y de lo que sienten los extremeños. Porque hay muchos extremeños que también son devotos de la Virgen de la Montaña. Además, la Virgen no es solo un sentimiento religioso, sino también un sentimiento cacereño. Vamos a apoyar el expediente en todo lo que haga falta», dijo tras despedir a la Virgen en Fuente Concejo.

Hay que recordar que la cofradía de la Virgen de la Montaña presentó en enero de 2012 ante la Dirección General de Turismo el expediente para conseguir el título regional. En aquella ocasión, la petición solo era para la bajada de la Virgen de la Montaña. Sin embargo, ahora la cofradía está pendiente de remitir a la Junta nueva documentación para que el reconocimiento no solo sea para la procesión de bajada, sino para todo el novenario.

« La semana de la Virgen es la más especial de la ciudad de Cáceres. Basta venir a las calles y ver cómo responde la gente. Lo que se respira es cordialidad, muchos propósitos y confidencias que se quedan entre la Virgen y los cacereños y que se juntan aquí, en Miralrío, cuando la Virgen viene y cuando se va», añadió la alcaldesa. Nevado reconoció pedir «muchas cosas» a la patrona. «Pero, en particular, que en estos momentos tan complicados ayude a tantas familias que lo están pasando mal y que nos ayude a nosotros a acertar en las medidas que adoptemos», concluyó.

Una vez en la explanada del Santuario, se celebró la misa de romeros. Y, tras la bendición de los campos, la imagen volvió a su camarín, el lugar donde permanecerá hasta la próxima procesión de bajada. Los hermanos de la cofradía echaron el broche al desfile y a un intenso novenario con la celebración de una comida en el restaurante situado junto al templo. Hay quien añora siempre en estas fechas que la Virgen permanezca en la explanada durante todo el día para poder, así, recuperar una romería para la ciudad. Es el caso de Alma Sepúlveda y Javier Barra. «Antiguamente, la Virgen no se metía en el camarín hasta las seis de la tarde. Y los cacereños vivían un día de campo», apuntan estos dos jóvenes.

Hoy, a las nueve de la mañana, se celebrará en el Santuario una misa en sufragio del fundador del templo, Francisco de Paniagua, y en memoria de Sancho de Figueroa, fundador de la cofradía.

La Virgen de la Montaña lució durante la procesión de subida el manto número 110, de color azul y bordado en oro. Fue un obsequio de los hermanos de carga de la cofradía y lo estrenó en la procesión de subida del año 2003. Las andas de la Virgen estaban decoradas con flores blancas y azules, a juego con las vestiduras.

Entre el numeroso público que ayer se sumó al desfile se pudo ver a Carlos Floriano, número tres del PP y vicesecretario de organización del partido. Floriano pertenece a la cofradía de la Virgen de la Montaña, aunque esta vez optó por ir de calle y no participar en la procesión como hermano de carga.

Fue otra de las instantáneas de la jornada que, junto a la fotografía de las clarisas cantando a la patrona, la estampa de la familia Rosado y sus pétalos de flores o las palomas de las hermanas Cortijo componen el álbum visual de la procesión de subida de 2013, una tradición con casi cuatro siglos de historia. La primera bajada de la Virgen de la Montaña se produjo en el año 1641 y estuvo motivada por la sequía.

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