El bebé más joven que ayer pasó por Santa María para recibir la protección de la Virgen tiene apenas siete días
Futuras Hermanas de Carga de la Virgen subiendo al Santuario en 2010 |
Pilar Murillo, la camarera de la Virgen de la Montaña, eligió uno de sus mantos favoritos para uno de los días más intensos y especiales del novenario de la patrona de Cáceres. La imagen lució ayer el manto verde bordado con motivos marineros. Tiene más de un siglo de antigüedad y fue donado en 1902 por Petra Fernández Trejo.
Ante la talla desfilaron 300 niños nacidos durante el último año en la ciudad. Sus padres, movidos por la tradición y la devoción, se acercaron hasta la Concatedral de Santa María para seguir un ritual que se transmite de generación en generación. Los cacereños acuden a ver a la Virgen de la Montaña para presentar a los recién nacidos ante la talla y buscar, de esta forma, la protección de la patrona.
A las cuatro y media de la tarde arrancó el acto, que se dilató durante algo más de media hora. El sacerdote Florentino Muñoz, capellán de la cofradía de la Virgen de la Montaña, fue el encargado de bendecir a los bebés a los pies de la imagen. La ceremonia, como es habitual, se llevó a cabo en el altar mayor de Santa María, decorado con margaritas blancas. Pasaron, en concreto, 325 niños, según el dato facilitado por la hermandad. La cifra es inferior a la registrada en años anteriores. En 2010 se contabilizaron más de 400 menores y un año antes lo hicieron cerca de 500. En cualquier caso, el templo se llenó de carritos y hubo que guardar colas de diez minutos para poder llegar hasta la Virgen.
«Es un acto muy entrañable»
Ni Joaquín Floriano, mayordomo de la cofradía, ni Antonio Fernández-Borrella, hermano mayor, podían ocultar su alegría al término de la celebración. «Es un acto muy entrañable y una tradición que se debe fomentar», apunta Floriano. «A mí me trajeron cuando era un niño. Y yo he traído a mis hijos y a mis nietos», apunta el hermano mayor. Entre los dos desgranan las anécdotas de la jornada: el bebé más joven que ayer se presentó ante la Virgen tenía apenas siete días de vida, muchos lo hicieron vestidos de blanco y azul -colores que se corresponden con el hábito de la cofradía- y otros llevaban la medalla de la hermandad. «Ha venido un niño indio y otro chino», añade Fernández-Borrella.
Iris Acuña es cubana y devota de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de su país. Reside en Cáceres desde 2005 y se ha adaptado a la perfección a las costumbres y tradiciones de su nueva ciudad. Ayer se pasó por Santa María con su hija Marina, de cinco meses, el padre de la niña y los abuelos paternos. «Me ha parecido un acto muy bonito. Para mí es algo nuevo y me he emocionado mucho», reconoce.
Mientras tanto, en la fachada de la Concatedral, cuatro operarios de Jardines confeccionaron durante 12 horas y por sexto año consecutivo el tapiz floral con la silueta de la patrona. Hoy concluirán el trabajo. Ayer fue también el día de las amas de casa, que hicieron una ofrenda floral, el del Coro Rociero y el de los donantes de sangre. Se realizaron extracciones en el Obispado entre las 18.30 y las 22.00.
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