Con una oración en griego, la composición mariana más antigua, abrió Frey Francisco Acedo Fernández Pereira el pregón de la Virgen de la Montaña con el que arrancan los actos del novenario de la patrona en la ciudad. El escritor, historiador y colaborador de el Periódico Extremadura agradeció a la cofradía haberle conferido "el más alto honor que en Cáceres pueda tenerse", al designarle por unanimidad como pregonero de "nuestra celestial patrona", dijo. Como muestra de su agradecimiento, al término de su intervención les entregó un manutergio (el paño litúrgico que se utiliza en el lavatorio de las manos tras haber preparado el cáliz) que perteneció al papa Juan Pablo II.
Acedo tuvo en su intervención palabras de cariño y recuerdo para su familia, en especial para su padre, quien más unido estaba a la patrona y al santuario, en el que fue monaguillo; pero también para el bisabuelo de su tatarabuelo, Joaquín Acedo, que fue mayordomo de la cofradía entre 1788 y 1790; y para su madre, "que fue quien se empeñó en que yo fuera cacereño (...) y me subió al santuario para presentarme y consagrarme a María Santísima de la Montaña y pasarme bajo su manto", recordó.
El pregonero habló de las tres patronas que Cáceres ha tenido a lo largo de su historia y destacó que la Virgen de la Montaña (antes fueron la Virgen del Salor y la del Rosario) "fue y es popular y aclamada".
SIMBOLOS Buena parte la alocución se centró en aspectos simbólicos y mistéricos de la Virgen de la Montaña. Así, se refirió al fenómeno del eremitismo a lo largo de la historia y citó entre otros a Francisco Paniagua, eremita iniciador del culto a la Virgen de la Montaña, pero también al papa emérito Benedicto XVI, que firma la oración que se podrá leer este año en la estampa del besamanto. Habló además del simbolismo religioso de la montaña, "el lugar que se eleva, donde la tierra roza el cielo"; de la gruta, "el símbolo del templo interior" o el camino del santuario: "subir a La Montaña no es darse un paseo, es meditar lo que vamos a presentar ante nuestra madre", dijo. Por ultimo se centró en la simbología de la Virgen y de los mantos que la protegen, así como la del propio santuario.
Durante su sobria intervención, Francisco Acedo también se refirió al predicador del novenario de este año, Florentino Muñoz --fue uno de sus profesores en el colegio Diocesano--, y homenajeó a las camareras de la Virgen de la Montaña, que a lo largo de los siglos han realizado "esa labor callada, para que luzca como solo ellas saben que luzca".
El pregonero, que concluyó entonando un troparium griego y un "¡Viva la Virgen de la Montaña!", fue presentado por el arquitecto Emilio Pizarro, amigo personal de Francisco Acedo y autor del templete de la Montaña.
MUCHO PUBLICO El evento contó con la participación del Orfeón Cacereño y reunió a mucho público en el Gran Teatro, que se engalanó para el acto que anuncia la llegada de la patrona con flores en el escenario y los dos estandartes de la cofradía flanqueando la mesa presidencial. También congregó a numerosas de autoridades, entre ellas la alcaldesa Elena Nevado, los presidentes de la diputación y ya asamblea, Laureano León y Fernando Manzano o el obispo Francisco Cerro.
Elena Nevado destacó en su intervención la llegada de la Virgen de la Montaña a la ciudad como "uno de los momentos más emocionantes de la vida de los cacereños" y valoró cómo se ha ido transmitiendo "generación tras generación" esta celebración forjada en la historia de la ciudad.
El mayordomo de la Real Cofradía de la Santísima Virgen de la Montaña, Joaquín Floriano, elogió al pregonero, al que dedicó una glosa previa a la poesía final para la patrona, la que a partir de mañana agitará durante nueve días el ritmo vital de los cacereños.