Cacereño al que por coquetería no le gusta decir su edad, titulado en Magisterio, licenciado en Historia y hoy estudiante de Filosofía por la Uned, Antonio Gijón, exquisito, amable y cercano, dará el pregón de la Montaña el 17 de abril. En esta entrevista habla de la devoción a la patrona de Cáceres y de cómo esa devoción ha marcado su vida.
--¿Qué significa para usted ser pregonero de la Montaña?
--Colmar una ilusión porque la Virgen es el referente de todo cacereño, católico o no católico. Cuando se trata de la patrona, somos todos uno.
--Con estas palabras me viene a la memoria el alcalde Antonio Canales...
--Mi abuela Eladia era muy amiga de don Antonio. Mi abuela vivía frente al Gran Teatro, donde está hoy la Optica Alonso. Cuando don Antonio pasaba desde su casa camino del ayuntamiento (él vivía por donde está la gasolinera Mirat), siempre se paraba. "¿Qué hace, señora Eladia?", le preguntaba un día. "Estoy barriendo", le contestaba mi abuela. "¿Pero por qué barre usted la calle si vienen los del servicio del ayuntamiento?". Otro día le preguntaba: "¿Necesita usted algo?". "Sí, don Antonio, que los serenos retiren unos perros abandonados que hay en la calle". Quiero decir con esto que los políticos de entonces servían a los ciudadanos.
--Y pese a todo...
--Cuando sucedió la tragedia a don Antonio, toda mi familia fue a su casa. Pero ya ve, don Antonio, sin escolta, sin nada... En fin, no sé si son imprudentes estas palabras.
--Imprudente no hay nada si se dice desde el respeto...
--Claro que sí. En aquel tiempo estaba muy asustada la ermitaña del santuario, la señora Tomasa. Entonces acudieron a Canales y le dijeron: "Mire, señor alcalde, que estamos muy desprotegidos". El dijo: "Señora Tomasa, tiene mi palabra de que no les va a pasar nada". Y les pusieron vigilancia.
--¿Cómo se explica la devoción a la Virgen?
--Los antropólogos dirían que es un fenómeno cultural, pero es algo más. Si no, no se puede explicar que aglutine a todos los cacereños, sin distinción de clases sociales, ideológicas... Es un referente espiritual. Es la única explicación para mí como creyente.
--¿Cuál es el primer recuerdo de la Montaña que le viene a la mente?
--Fue a los 7 años, cuando recibí mi Primera Comunión. Mi madre me regaló un Nuevo Testamento y me llevó a los pies de la Virgen, a la que me había consagrado cuando nací, costumbre que enlaza con la más rancia tradición del pueblo judío. Mi madre me dijo: "Mira, con la Virgen lo serás todo, sin la Virgen no serás nada". Ese es el recuerdo mejor y más tierno que me queda de mi madre. Recuerdo los sábados de rezo del Angelus en el santuario, con ese silencio augusto que lo envuelve todo. Los cacereños allí se transforman. He visto gente indiferente a la religión llorando de rodillas ante la patrona.
--¿Cómo será su pregón?
--Se dividirá en dos partes. Una primera sobre lo que dice la Teología y los padres de la Iglesia sobre María. La segunda: lo que piensa, escribe y poetiza este hijo de la Madre de los cacereños.
--Se habla mucho del laicismo de la juventud...
--Se desconoce, no por los jóvenes sino por su generación anterior, lo que son los términos laico y laicidad. Me explico. Laico es una palabra griega que significa Pueblo de Dios. Laico es el que pertenece a ese pueblo. En nuestros días, es decir, en la posmodernidad, se han equivocado estos conceptos. Así que hoy el laico tiene unas connotaciones negativas derivadas indirectamente de la Revolución Francesa. La misma iglesia católica ha retomado este concepto que es mucho más antiguo que la Revolución Francesa y lo ha incluido en su Código de Derecho Canónico actual. Laico retoma ese concepto sacro de la persona o del creyente entregado a Dios. Otra cuestión es la laicidad. El término vuelve a tener un sentido sacro para meter indiscriminadamente a los jóvenes que, naturalmente, no son responsables de esta situación, sino sus generaciones anteriores.
--Habla como un profesor...
--(Risas). Se me nota el oficio de historiador con el que me he ganado los garbanzos.
--Pero la Historia se basa en hechos reales, ¿no?
--Lo espiritual siempre ha tenido manifestaciones culturales en la realidad de la vida.
--¿Dónde dio clases?
--Hasta mi jubilación fui profesor de Historia en el colegio Nazaret de Cáceres.
--¿Y hablaba a sus alumnos de la Virgen?
--Constantemente. Soy un profundo creyente y para mí, lo profesional, la actividad de cualquier hombre en la vida, repercute en la vida del espíritu, entendiendo por espíritu lo que decía Aristóteles: Lo divino rodea a la naturaleza toda.
--Pues ahora, con la que está cayendo con los crucifijos, las hubiera pasado canutas en el aula...
--(Más risas). Sí, lo hubiera pasado mal. En el entorno geográfico que nos rodea, insertos como estamos en Europa, el canciller alemán Schröder, socialdemócrata, apartaba de los Presupuestos Generales de la República Federal Alemana, un pellizco significativo para la acción social de la Iglesia católica en Alemania y no provocó, siendo socialdemócrata, ninguna guerra de crucifijos, porque el 51% del pueblo alemán es católico y el otro 49% es protestante. Los mismos protestantes alemanes, que eliminan toda significación iconográfica en sus templos, estaban de acuerdo con el canciller Schröder.
--Y con Canales...
--(Más risas). Y con Canales, precisamente, que protegió muchísimo a la Virgen y a la integridad del santuario.